¿Cómo una toxina (bótox) se convirtió en tratamiento antiarrugas?
En la actualidad la toxina botulínica mayormente conocida como bótox se utiliza para muchos fines médicos, como el tratamiento del estrabismo, bruxismo, hiperhidrosis, espasmos musculares, etc.. pero son los tratamientos en la estética de antienvejecimiento los más solicitados y mejor conocidos. Pero
¿Cómo llegamos a este hallazgo que revolucionó el mundo de la estética?
En los primeros años de 1800 Justinos Kerner, un médico alemán, identificó por primera vez la toxina botulínica, producida por la bacteria Clostridium botulinum. Este se percató de que el tratamiento inadecuado de algunos embutidos envenenaba a la gente que los consumía y la llamó veneno de las salchichas (en latín salchicha se conoce como botulus). Más adelante en los años 40 ‘s del siglo pasado la toxina fue aislada, se identificaron 7 variantes y fue develado su mecanismo de acción: impide temporalmente que las terminales nerviosas transmitan sus señales a los músculos, bloqueando su contracción.
La variante A de la toxina botulínica fue aprobada por la FDA en 1989 para el tratamiento de patologías musculares como los espasmos hemifaciales en pacientes menores de 12 años. Otras aplicaciones médicas fueron agregándose poco a poco; así, durante las aplicaciones del bótox para el tratamiento de diferentes enfermedades, los médicos fueron notando un hecho interesante: las personas además de recibir el efecto beneficioso de la toxina sobre el estrabismo por ejemplo, se percataron de que las arrugas del área donde la toxina era aplicada se veían reducidas temporalmente, ya que al inhibir la actividad muscular en la zona tratada, el bótox suaviza temporalmente las arrugas y líneas de expresión.
Sin embargo, fue hasta el año 2002 que la FDA aprobó por primera vez el uso de esta toxina (variante A) como método para disminuir arrugas moderadas a graves en el entrecejo y luego sobre la frente y área lateral de los ojos (las llamadas patas de gallo). A partir de entonces surgieron diferentes marcas de toxinas botulínicas y su uso se extendió a todo el mundo, ya que como tratamiento estético ofrece ventajas dada la velocidad de recuperación, a que es un tratamiento ambulatorio, no requiere de anestesia general y a que genera en la gran mayoría de los casos molestias mínimas y breves.
Actualmente, el bótox se utiliza ampliamente en el mundo de la estética para suavizar las arrugas del rostro, generando una apariencia con mayor vitalidad; inclusive, el hecho de que sus efectos sean temporales (de 4 a 6 meses) y que se requieren retoques continuos ofrece la ventaja de que los tratamientos y dosis pueden irse ajustando de acuerdo a las necesidades cambiantes de cada paciente, pudiendo así evitar un aspecto antinatural o muy estirado. Si te encuentras interesado en este tratamiento cosmético para reducir arrugas o líneas de expresión, asegúrate de discutir con un profesional si este tratamiento es apto para ti dados tus particulares antecedentes de padecimientos médicos y alergias, además de indagar sobre cualquier otra duda que tengas.
Azucena Pérez Burgos
Dra. en Ciencias Biomédicas
Psicóloga y Psicoterapeuta